1° Parte Entrevista con Jorge Mario Trasmonte, columnista de Olé.

La manera de informar va evolucionando día a día, por eso nos propusimos entrevistar a un especialista en la materia como lo es Jorge Trasmonte, columnista del Diario Deportivo Olé, tanto en su versión digital como en su publicación impresa. Comenzamos nuestro contacto vía mail y enseguida contamos con su predisposición para llevar a cabo nuestra tarea, dejándonos una frase importante: “El periodismo es una apasionante profesión pero hay que encararla con integridad”. En esta primera parte hablamos sobre su historia profesional.
¿Hace cuanto tiempo se desempeña en esta profesión? ¿Por cuantos medios ha pasado? ¿Y en cual se ha sentido más cómodo a la hora trabajar?
* Hice mis primeras crónicas y notas para una modesta revista de Ascenso, creo que en 1980. En agosto del 81 comencé a cubrir partidos para La Prensa, donde hice toda la escala desde colaborador hasta editor jefe de Deportes, y también colaboré en otras secciones, como Economía, Internacional y Política. De La Prensa me fui en septiembre de 1995. Mientras tanto, hice colaboraciones como notero en diversas revistas del Diario Popular, la revista de La Gaceta de Hoy, los suplementos dominicales del diario El Día de La Plata, trabajé en un periódico de la Zona Norte de Buenos Aires y un house organ de una empresa de medicina privada. En enero del 96 ingresé a Clarín, y luego pasé al proyecto Olé, donde estoy desde antes de que saliera a la calle. Quizá donde más cómodo me sentí fue cuando en La Prensa me pusieron a la cabeza del suplemento deportivo diario, en el marco de un relanzamiento del periódico cuando lo compró Loma Negra. Pude armar mi propio equipo y fui alentado a manejarme con mucha libertad. El otro trabajo que recuerdo con afecto son los reportajes que hacía para la revista semanal del vespertino La Gaceta de Hoy: podía elegir los personajes, hacía mi propia búsqueda de archivo, los preparaba, los arreglaba, los entregaba en forma semanal con tiempo para desgrabar y auto editarme, y tenía libertad para decidir los temas. Allí desarrollaba charlas de dos páginas, desde un comandante de línea aérea hasta Borges, desde Spinetta hasta el historiador Natalio Botana, desde Abelardo Castillo hasta Edmundo Guibourg, decano de los críticos de teatro.
¿Ha cometido alguna vez algún error del cual se halla arrepentido?
* Sí, desde luego. En una ocasión, por ejemplo, me apresuré a jugarla de Batman y escribí una columna en contra de lo que me parecía una maniobra de una editorial poderosa para no cubrir un partido por el trascendido de que los periodistas que lo hicieran estaban amenazados de muerte. Recibí informaciones contradictorias que me hicieron dudar de las intenciones de quienes estimulaban la medida. Y la medida, después lo supe, estaba impulsada por nobilísimas intenciones de los laburantes amenazados, incluso en contra de lo que pretendían hacer sus propios jefes.
¿Cómo ha sido y cómo es su relación con el medio para el que trabaja?
* Yo me siento muy respetado en Olé, por mis jefes, por mis pares y por la mayoría de los compañeros de los que circunstancialmente soy jefe. Así fue en general desde el comienzo, y más aún con el paso del tiempo. No todo es ideal y se aprende a convivir con cosas que a uno no le gustan y a negociar necesidades. También, como jefe, uno toma muchas decisiones que son bien vistas por los que se sienten favorecidos y poco aceptadas por quienes se sienten perjudicados. Pero creo tener claro mis puntos de inflexión. De La Prensa me fui después de 14 años por no estar de acuerdo con una decisión de la dirección de la empresa.
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